Invisible Children: Dinero Invisible.

31 octubre, 2012

«Stop Kony». ¿Le resulta familiar? Seguramente usted no ha sido inmune a la avalancha de comunicación digital que ha provocado el lanzamiento del video Kony 2012 producido por la ONG Invisible Children. En lo personal, he recibido emails, tweets, links y he leído centenares de comentarios apoyando la iniciativa con un fervor inusitado, más aún si se tiene en cuenta que la gran mayoría de estos nuevos activistas difícilmente podrían ubicar Uganda en un mapa. Si usted ha sucumbido a la tentación y ha visto el video, tal vez sea importante que conozca lo que esas imágenes no dicen.

Kony 2012 presenta a Joseph Kony como el salvaje y despiadado asesino que es. Junto a su Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) son responsables de las más atroces violaciones a los derechos humanos en la zona, particularmente en la ciudad de Gulu. El reclutamiento forzoso de menores, mutilaciones, violaciones y masacres han sido el comportamiento distintivo de una de las tantas facciones que cohabitan las guerras civiles en el continente africano. Sin embargo, esto no es nuevo y no tiene una solución sencilla. El video propone una mirada simplista y errónea del conflicto en Africa Central. Toma un camino facilista, efectista y carente de rigor documental.

Plantea el problema en blanco y negro. Buenos versus malos. Con una cuidada ingenuidad, a los 13 minutos afirma: «El problema es que el 99% del planeta no sabe quién es él. Si supieran, Kony hubiera sido detenido hace mucho tiempo». No hace falta enumerar las verdaderas complicaciones que conlleva el arresto de un líder de guerrillas en un sitio tan inhóspito como corrupto y alejado de toda forma de ley. El documental -que promociona más el trabajo de la organización que la compleja realidad de una crisis que existe desde hace 25 años- presenta información errónea, incompleta y por momentos fuera del contexto necesario para una comprensión cabal y seria del tema. Kony 2012 muestra a la ciudad de Gulu acosada por Kony y su ejército, en la cual los niños tienen que esconderse para no ser secuestrados. Y si bien esa era la realidad cotidiana hace algunos años, hoy Gulu es una urbe funcional, que se recupera lenta pero sostenidamente de su pasado violento y traumático. Kony -y su ya muy reducido ejército- no han pisado Gulu ni ninguna otra parte de Uganda desde hace poco más de 6 años. En 2006, el LRA se trasladó a lo que hoy es Sudán del Sur donde tampoco se ha reportado actividad reciente del grupo rebelde. De hecho, la misión de Médicos Sin Fronteras en Yambio (Sudán del Sur) ha cerrado el programa para niños secuestrados porque los casos en el área llegaron casi a cero. En la actualidad, el LRA sólo existe en forma de pequeñas unidades repartidas en una enorme zona poblada de selvas entre Sudán del Sur, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo. En Gulu, lejos de la preocupación por Kony y el LRA, habitantes y autoridades enfocan su energía para resolver la prostitución infantil, el sida y el desempleo. Jason Russell, narrador del documental y cofundador de Invisible Children, le adjudica a la ONG que preside el haber logrado en octubre de 2011 el despliegue de cien tropas estadounidenses en el norte de Uganda. La realidad pura es que hace ya varios años que soldados norteamericanos, al igual que mercenarios de compañías privadas estadounidenses, entrenan a las tropas locales en ese país para contrarrestar las guerrillas que operan en la zona. El apoyo al gobierno de Uganda es otra de las causas por las que aboga Invisible Children. El gobierno ugandés está liderado desde hace 26 años por el presidente Yoweri Museveni quien se ha hecho célebre por la persecución a las minorías sexuales -el año pasado el parlamento presentó un proyecto de ley para aplicar la pena de muerte a los homosexuales-, y ha sido blanco de acusaciones por coartar la libertad de expresión, por fraude electoral y por corrupción generalizada. El ejército ugandés también ha sido severamente cuestionado por la comunidad internacional por los abusos cometidos durante las guerras civiles. Y si bien las violaciones y la implantación del terror no son sistemáticas como en el LRA, el abuso sexual y la utilización de menores en el conflicto es una práctica constante en las fuerzas armadas.

Kony 2012 daría la impresión de haber «guionado» su prédica a partir de un cuidadoso análisis respecto de lo que las personas comunes quieren escuchar. Su fin último parece ser la recaudación de fondos para la defensa de una causa justa. Como modelo de marketing, la estrategia desplegada parece ser más que eficiente. Le provee al ciudadano común -y en general poco informado- una causa extremadamente sencilla a la vez que explota la voluntad de ese individuo común de participar activamente, de sentir que pertenece a algo, con un grado de compromiso poco exigente. Poner un poco de dinero y colaborar con la cadena de emails que promocionan la causa pareciera suficiente para participar. Con la cuota justa de movilización emocional, la ecuación parece haber resultado mejor de lo esperado. Por lo menos en términos de dinero recaudado. Se podría estimar que todo ha sido ejecutado con un único objetivo. «Atrapemos a Kony», sin duda, es una apelación mucho más redituable que «Llevemos agua potable al Africa Central». La pregunta sobre la legitimidad de los fundadores de la ONG -y sobre la organización misma- es inevitable cuando su aparato de difusión manipula deliberadamente la realidad con un fin puramente económico. Después de todo, sus finanzas muestran que sólo el 30% de lo recaudado se destina a proyectos sociales. Enormes cifras de dinero se abonan en forma de salarios, colaboraciones, producciones de video, viajes y muchos otros conceptos igualmente ajenos a la ayuda social.

Los países de Africa que llevan más de 20 años golpeados por sangrientas guerras civiles se encaminan lentamente a un futuro menos violento. No obstante, la reconstrucción debe considerar un abanico de inconvenientes de muy difícil resolución. Programas de asistencia médica y psicológica en las áreas afectadas por la violencia, junto con planes de educación y reintegración social y laboral para ex combatientes y víctimas, así como proyectos de reconciliación y justicia serán imperiosamente necesarios para la construcción de una paz verdadera.

Kony 2012 no reconoce la verdadera necesidad del Africa actual, no agrega valor y manipula la realidad para su propio beneficio. Si usted es de los que hizo un aporte a la causa, ya sea con dinero o simplemente reenviando los emails en cadena, reflexione. Su disposición a ayudar será bienvenida en causas más transparentes y más eficientes. «Stop Fraude», por favor.

Alex Gasquet. ©2013.

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