Mi Amigo Robert.

27 agosto, 2016

Mi amigo Robert es un hombre típicamente racional. Contador de profesión, culto, instruido, respetuoso de la ciencia. Y, fundamentalmente, una muy buena persona. En una cena compartida hace pocos días me dejó saber que él votará por Donald Trump en las próximas elecciones generales. Ante el estupor que reflejaba mi rostro, mi amigo me dio sus razones. La más importante en su jerarquía de prioridades era el desagrado y la falta de confianza que le inspira la candidata demócrata Hillary Clinton.

Pero la segunda de sus razones llamó aun más mi atención; según su propia convicción, si Donald Trump gana las elecciones y se convierte en Presidente de los Estados Unidos no sería él quien gobernaría la nación sino el partido republicano en una especie de Behind the Scenes. Confieso que no pude evitar concluir que mi amigo Robert no vota a favor de Donald Trump, sino en contra de Hillary Clinton, a la vez que alimenta la esperanza de que su candidato elegido no tenga oportunidad  alguna de gobernar y que en  una extraña y poco constitucional forma de gobierno su partido ejerza el poder desde la trastienda. Algo poco probable si asumimos que Donald Trump puede ser muchas cosas, pero  el ser dócil no parece una de ellas.

Confieso que mi pensamiento acerca del perfil de los seguidores de Donald Trump no encaja con mi amigo Robert. Cuando el candidato ¿republicano? habla, o vocifera, con un discurso xenófobo e insultante, no puedo dejar de preocuparme al ver lo peligrosamente cerca que este hombre está de convertirse en el presidente numero 45 de este país. Y puedo entender que una parte de su retórica oportunista sea ampliamente festejada por un sector de la población que no la está pasando nada bien. Personas que pierden sus empleos y que no poseen una formación académica que les brinde un espacio para la reconversión de sus vidas laborales. Personas que sienten que sin esa pequeña estabilidad en sus familias se condena a sus hijos al mismo ostracismo social y económico por el que atraviesan sus padres. Personas que  genuina, aunque equivocadamente, creen que las promesas demagógicas de Trump podrían cambiar sus vidas.

Hace poco tiempo, en el interior de uno de los edificios “Trump” que hay en Sunny Isles, FL, el candidato daba un discurso de campaña. Su reiterativo discurso anti hispano, anti inmigrante, anti mujer, anti musulmán, etc., corría liviano dentro del salón. Nada inesperado. Pero en el exterior, en la calle, un grupo bastante numeroso de personas de origen cubano festejaba al candidato con pancartas y vítores. Como si estuvieran mentalmente sordos, anestesiados, poseídos. Quiero decir que hay allí afuera demasiadas razones – o sinrazones – que llevan votos a Donald Trump. Y es imposible no preguntarse cuan buena candidata es Hillary Clinton que no puede arrasar con un personaje como Trump.

Queda flotando en el aire de forma cada día mas perceptible una sensación de hartazgo, de decepción y de rechazo para todo y todos los que tengan una relación con la política tradicional y su infame forma de hacer las cosas. Las personas comunes estamos hartas del reinado impune de Wall Street, del abuso de las corporaciones, de la justicia para pocos, de la concentración de la riqueza en un grupo cada vez más pequeño, y del doble discurso.

En lo personal creo que un gobierno de Hillary Clinton será un periodo para mantener el status quo. Nada mejorará, pero tampoco habrá de empeorar. En cambio, el peligroso horizonte que encarna Donald Trump no tiene límites. Desde un escenario nacional dividido por el odio como nunca antes, hasta un descalabro económico de consecuencias impensadas. Con Trump es esperable un escenario de crecimiento descontrolado del odio racial dentro del país y un completamente innecesario aumento del sentimiento antiamericano a nivel global.

Ni siquiera los referentes mas encumbrados del partido republicano votarán por Trump. Los dos ex presidentes Bush, padre e hijo, Paul Ryan, ex candidatos como Mitt Romney o el actual senador y también ex candidato a la presidencia John McCain han anticipado su voto en contra.

Según el Washington Post el 65% de la población no conoce los tres poderes que forman el gobierno según la constitución. Y el 87% desconoce el año en que la constitución fue firmada. En contraste, más del 47% puede nombrar a la familia completa de Los Simpsons, y un 35% puede identificar a un  juez del reality show American Idol. También es bastante más abultada la cifra de personas que saben de “pie grande” que las que conocen el nombre del vicepresidente de Estados Unidos. Y digo esto porque si bien el voto es la base de la democracia, no es menos cierto que el conocimiento y la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso debieran ser la base del voto. Y aunque parezca un exceso de simplismo, en realidad no lo es.

Algo grave está pasando en la política de este país. Es necesaria una urgente renovación de sus interlocutores. Se debe romper con los viejos paradigmas de la política. Es necesaria una nueva moral y un nuevo estándar de conciencia y sensibilidad. Una visión ajustada a los tiempos que corren. A las nuevas preocupaciones y las nuevas corrientes socioculturales. Hace poco tiempo hablaba con el rector de Miami Dade College y él me decía que el 30 % de los empleos más destacados que se ocuparán en 10 años todavía no se han inventado. Reinventar el desafío de la educación, crear políticas inclusivas y superar lo que nos separa es lo que realmente devolverá a este país su halo de grandeza.

El 8 de noviembre es importante ir a votar con el fin de elegir al menos malo. Con el propósito de evitar el caos, el odio, la violencia y la incompetencia. Pero tal vez sea más importante empezar a construir desde hoy mismo una tercera opción; un espacio donde la gran mayoría que sufre las consecuencias de décadas de políticas mezquinas pueda expresarse, participar y construir un cambio verdadero. Difícil, pero posible. Y vale la pena creer en ello.

Alex Gasquet. ©2016

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *